EXPOSICIÓN: MUJERES PRESENCIAS Y FACETAS

Esta es una exposición que presenta diversas facetas y presencias de la mujer en la sociedad antioqueña desde el siglo XIX hasta la actualidad. Evidencia registros, bibliografía y documentos que hacen parte de las colecciones de la Biblioteca Pública Piloto a disposición de los interesados en la Sala Antioquia y el Archivo Fotográfico.

Como investigación curatorial no aspira a profundizar en problemáticas, condiciones o estado de los estudios de género, en tanto sí, hacer un homenaje a diversas mujeres -reconocidas o anónimas-, de una sociedad particular implícita en los contenidos de nuestras unidades patrimoniales.

Aspectos como la infancia, la feminidad, la emergencia de las mujeres en una sociedad masculina y patriarcal, su papel esencial de madres y amas de hogar pero progresivamente su incursión en la profesionalización académica y en la economía laboral, su reivindicación política e incidencia para la transformación del país se evidencian por medio de las fotografías de registro histórico, en tanto como su lucidez y belleza para impulsar los cambios culturales se leen entre líneas de los documentos, artículos de prensa y citas que configuran su importancia a través de la historia, como en la sociedad actual.

Si bien el siglo XX con todos sus giros, fracturas y revoluciones fue aún potestad del género masculino, la presencia de la mujer en estos últimos 120 años ha sido fundamental y confrontante para deconstruir los cánones y estructuras tradicionales. Su revolución: la Revolución femenina desde los años cincuenta, sigue aún activa, como polémica; las mujeres han logrado su autonomía y hoy hacen parte de lugares de decisión tanto política como gerencial, en la creatividad y los procesos de innovación. Sin embargo, la utopía de acuñar el siglo XXI como el Siglo de las mujeres, aún se presenta confuso y esquivo en tanto la creciente sexualización o “pornificación” del género en medio de una voraz globalización. De su dignidad y sólo de ellas, dependerá, no seguir siendo parte activa de una cultura machista, sino de una cultura que reivindique sus derechos pero a su vez acepte y armonice con los demás géneros humanos.

Mujeres infantes.

La infancia es el momento más esplendoroso y rememorado por los seres humanos. Es un término amplio que comprende diferentes fases del desarrollo humano comprendidas entre el nacimiento y la adolescencia.

Philippe Ariès, historiador francés planteó que antes del siglo XIX los niños fueron representados por la pintura y las técnicas gráficas como adultos en miniatura. Con el invento de la cámara fotográfica, el registro como documento permitió asumir culturalmente a los infantes en su real dimensión. Los registros de fotógrafos antioqueños como Pastor Restrepo, Gonzalo Escovar, Benjamín De la Calle, Melitón Rodríguez, entre otros, son pioneros en la fotografía realizada en Colombia al abrir un campo de inclusión de los infantes en la sociedad.

La influencia francesa transferida a través de los viajes realizados por las élites antioqueñas a Europa en el siglo XIX y el estilo victoriano irradiado en el mundo por el Imperio Inglés, definieron los modos y modelos de vestir, educar y relacionar, qué en Antioquia, fueron adicionalmente matizados por el influjo de la Iglesia católica. En las fotografías que hacen parte de esta exposición se evidencia la delicadeza y esmero por presentar a las niñas socialmente en sus diversos ritos de iniciación o en la inevitable condición de la muerte temprana.

Mujeres sensibles y maternales.

La mujer antioqueña del siglo pasado se alimentó del mito de la fecundidad. Para muchos es conocida la leyenda popular acuñada socialmente de las aguas fértiles en algunas quebradas del valle de Aburrá, como La Ayurá, la Miel o Piedras Blancas, donde las mujeres preñadas que se arrimaban a su orilla a tomar un baño o simplemente acudían a labores de lavado de ropa, concebían mellizos, trillizos, o bien, garantizaban a sus maridos amplias proles de hasta 15 hijos.

Pero a la par de la concepción cultural de la mujer en el siglo XIX y comienzos del XX sobre su feracidad, capacidad y rudeza para los oficios de administrar la hacienda familiar, las mujeres con su feminidad y laboriosidad específica, fueron conquistando una franja de inserción social entre una sociedad de patronos y maridos para establecer unas relaciones menos autoritarias y más consecuentes con su género.

Para ello contribuyeron la educación laica y la inserción en las artes liberales, que posibilitaron la emergencia de los oficios y filigranas, el agrupamiento en tertulias, costureros y espacios de asistencia a los desamparados que les fueron garantizando un papel de reconocimiento social por sus causas desinteresadas y altruistas.

Mujeres presencia y reivindicación política.

No fue fácil el camino de la inserción de la mujer en el siglo XX para encontrar su lugar en la sociedad, autónoma y libre, de la sujeción patriarcal. Pocas con su talento y talante lograron sobresalir, al menos salir o huir para fundar su república independiente.

María Cano, es tal vez una de las más populares; desde muy joven mostró y demostró su poder de argumentación, y cobijada por su familia, fungió como cualquier hombre en la política y el liderazgo sindical. La “Flor del Trabajo” no sólo agitó a los miembros del género opuesto y fue su líder, sino que ayudó a transformar las mentes de sus congéneres a través de sus escritos y columnas de prensa.

Como pionera de esta apertura le sucedieron Betsabé Espinal, Aydee Eastman, Berta Hernández, Luz Castro, Sofía Ospina, Noemí Sanín, y recientemente Piedad Córdoba, por nombrar solo algunas de las pioneras como aguerridas.

Débora Arango -conocida como la pintora revolucionaria- al igual que desde su posición estética, sus posturas ética y política son ejemplo de la reivindicación del género femenino en la sociedad y de coherencia con los tiempos. El hecho de optar por estudios liberales, como las artes, de atreverse a llevar pantalones a la usanza masculina, montar a caballo como los hombres y conducir automóviles en la década de los treintas, la definen como una transgresora de la sociedad tradicional y pacata, por mencionar solo algunas de sus posturas. Otras como Dora Ramírez, Olga Elena Mattei, Teresita Gómez han aportado a la causa de género desde su lugar de esposa, modelo y concertista en una sociedad blanca, empolvada y parroquial.

Mujeres ilustradas.

La transición de la formación religiosa a la educación laica en Antioquia durante la segunda mitad del siglo XIX, permitió gradualmente a las mujeres encontrar un lugar en la sociedad más allá de ser madres, esposas, religiosas o artesanas.

Ser maestra, coordinadora académica o rectora de instituciones educativas, instructora, dactilógrafa o secretaria, fueron oficios que le abrieron las puertas a espacios de socialización más allá del ámbito doméstico.

Lentamente, la sabiduría, erudición e interés en temas y disciplinas controladas tradicionalmente por los hombres, las llevaron a convertirse en fervientes ilustradas y ser reconocidas u aduladas por los intelectuales.

Intelectuales como Blanca Isaza, Rosita Turizo, María Cristina Restrepo, Ana María Cano, Alicia Mejía, Piedad Bonet, y Beatriz Restrepo han dedicado su vida y obra a reivindicar para la mujer opciones desde la educación y la cultura que les ha permitido ser lúcidas e incidir por los cambios en una sociedad aún desigual y excluyente.


Mujeres pulsiones en emergencia. 


Jóvenes, carnales, voluptuosas las mujeres de los siglos XIX y comienzos del siglo XX en Antioquia irrumpen en la escena urbana para ser fotografiadas. Aparecen como registro de la mirada curiosa de los fotógrafos, en tarjetas de visita, postales y retratos que iluminan con su fascinación los ojos de quienes las contemplan.

La poesía, la música y la literatura las narra y simboliza a partir de la metáfora. Las crónicas periodísticas hacen eco de su insurgencia y recomiendan el acato a las normas y la prudencia, las revistas literarias enuncian su belleza y las asociaciones católicas las invitan a la templanza como al recato.

En este ámbito de la emergencia, las mujeres obreras, guerreras, campesinas abren una senda igualmente significativa, y en la lente de los fotógrafos, anuncian la sociedad plural y diversa que se representa de todas las procedencias regionales.

Mujeres belleza y esplendor de la industria.

La mujer es el motor de la industria, particularmente en Antioquia (Arango Gaviria, 1989) y a su vez la personificación de la obrera como la nueva ciudadana que a partir de su salario contribuye al bienestar de su familia o el mismo le permite gozar de su independencia y autonomía, sin depender de un esposo para su manutención. La mujer urbana, nacida o acogida, rompe con las tradiciones rurales y se identifica con los procesos de la modernidad.

En un contexto como el de Medellín, “ciudad industrial de Colombia”, “ciudad internacional de la moda”, y aún más reciente, “Medellín, ciudad innovadora”, las mujeres han cumplido un papel protagónico y fundamental para posicionar su imagen como desarrollo.

Más allá de ser entendidas por la evidente instrumentalización a la que han sido objeto por la publicidad y el marketing, el encanto y especial admiración de las “paisas” por  extranjeros como nacionales, confirma su protagonismo en el posicionamiento de una ciudad y un departamento en un escenario global.